Primer paso

Parábola del sembrador

(Mr. 4.1-9; Lc. 8.4-8)

13  Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar.

2 Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa.

3 Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar.

4 Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron.

5 Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra;

6 pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.

7 Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron.

8 Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.

9 El que tiene oídos para oír, oiga

¿LIBERTAD?

La libertad no esta afuera, la libertad no esta en salir corriendo a buscar en el mundo exterior la famosisima y anhelada libertad, así sientas un breve respiro a esa inexorable y opresiva sensación en el pecho, así sientas que por más profundo que inhales pareciera que el aire no alcanzara a llenar los pulmones, y bajo esa premisa de buscar aire libre, y sentirte libre, embriagándote de un espiritualismo vano, el único resultante sera un pequeño anestesio, un poco de arsénico para el alma, que al poco de unos días simplemente regresa el fantasma que siempre te siguió, que siempre ha estado allí, tu cárcel ha sido tu cuerpo, tu propia mente, tu mismo, a donde quiera que vayas tu guardián estará allí, vigilando y poniéndote de rodillas, mientras tu gritas, vociferas mil cosas asegurando que "esta vez si eres libre", pero la realidad es que no hay escape, la verdadera libertad esta en tu propio ser, y hasta no adentrarse hasta tu propio infierno y recorrer el camino de una "DIVINA COMEDIA" , no tendrás la verdadera libertad, pues tu propia cárcel invisible para ti durante tanto tiempo, ha estado allí SIEMPRE.