Hoy me siento libertador, buscando a su libertadora, me siento un líder de una nación, pero de las de verdad, no las inmersas entre tanta so-suciedad, hoy huele a patria o huele a viejos despertares…
Y que majestuoso es vivir en un constante Carnaval veneciano, aquí todos juegan a ser alguien, pero pocos realmente saben quiénes son, hoy soy un asesino con sed de su nueva presa, hoy tengo un pincel que dará vida a una nueva época de luz, un pincel que me sigue, el que da movimiento a lo inmóvil, tan capaz de confundir esta realidad, con la verdadera realidad, la de lo desconocido, la de las esencias innombrables, y aunque todos mueren por pronunciarlas nadie sabe porque letra empiezan, y así como las cuerdas del violín se desatan hasta llegar a su fin, simplemente puedo esperar ser de nuevo, un líder, un cojo, un pequeño piojo, una sanguijuela, un despertar, un viejo extrañando soledad, un joven juagando a ser niño o un niño jugando a ser perro, un gato jugando a ser liebre, un copo de nieve esmerando por broncearse en la eternidad.
Al morir, la desfragmentación carnal, no interesa, la máscara nunca muere, nunca perecerá siempre y cuando siga su sendero a la humanidad, dándole un rol diferente al orador de cada nueva comedia, armada de retazos milenarios e infinitos, en el AlmaDiminutaNunca se perderá la grandeza de la infinitud.
Entre sus colores y complementos siempre existirá un lugar incierto…
Y así como vino, la mascara del juglar a resuelto callar hasta otro nuevo comenzar, dejando migas de pan …
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