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Alquimista:

Un refugio para los pensamientos
Quizás pueda ser tu refugio o el refugio de muchos
...Quizás no…
Pero me gusta mostrarlo... espero no ser imprudente, prepotente o impertinente...
este un espacio en donde se deja correr la imaginación
donde se puede perder en fantasías "sin razón"
donde lo abstracto toma forma
donde el refugio es la perfección de lo intangible
ahora a la mano…
ahora a la voz y al pensamiento.

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viernes, 21 de octubre de 2011

El Hombre Normal

El Hombre Normal

Cierta vez dos jóvenes damas se encontraban platicando acerca de cómo era su hombre ideal, verónica decide contarle a su amiga que su hombre ideal era un sujeto que despertara sus instintos animales, que la hiciera sentir una mujer de verdad, que fuera caballeroso, inteligente, fornido, atlético, educado, que fuera atrevido pero solo en los momentos adecuados, que se supiera comportar para cada situación, pero que no fuera rutinario ni aburrido, que la hiciera reír, que tuviera los labios más dulces y suaves del mundo, que supiera besar, que supiera abrazar, que  solo fuera un poco más alto que ella, pero no tanto como para tener que empinarse para ella besarle, que fuera lo suficientemente musculoso para tener de donde agarrar( lo dice en tono juguetón y algo picará), que sus brazos la tomen completamente resguardándola a ella pudiendo sentir la calidez de su ser, que sea de cabello corto  y que sea el cabello de color negro o un tipo rubio como el de las películas, que tenga ojos claros o que sean oscuros pero penetrantes, que tenga la piel perfecta, que tenga las uñas muy bien arregladas, que sea rico o al menos que tenga bastante dinero o algo con que puedan salir juntos y ella no tenga que poner o poner muy poco dinero, que le abra la puerta antes y después de salir de su auto, porque eso sí, tiene que tener carro propio, diciéndolo en un tonito algo , bueno ya se imaginaran que tonito, como de niña exigiendo su muñeca nueva o su helado de vainilla con salsa de fresa y chips de chocolate, ese tonito pataletudo además de petulante.
Que sea fiel, que no diga mentiras, que sea muy trabajador, pero que tenga tiempo para ella, para escucharla y atender todas sus necesidades, que se haga respetar, eso sí; pero que no pase sobre ella ni la haga sentir mal bajo ninguna circunstancia, pero sobre todo que la ame, con sus imperfecciones, por su belleza, que vivan enamorados cada día, cada hora, cada minuto cada segundo.
Irene simplemente hecha un bostezo, y verónica termina de definir a su hombre ideal, entre sinfín de cualidades físicas, actitudinales, intelectuales, casi un Dios hecho carne, un santo con glúteos de acero pensó Irene en todo sarcástico, le dijo “ quieres que sea como superman”, y verónica para darse algo de sencillez dijo que tampoco que algo así como  edward cullen, johnny depp o bratt pitt estaría bien, lo que para nuestras madres vendría siendo algo así como, Camilo sesto, Clark kent de la época, john travolta o alguno de los Beatles.
La información acerca de aquel hombre “perfecto/ ideal”, duró bastante en definirse de pies a cabeza, de pe a pa, de aquí a allá, desde el dedo chiquito de la pierda izquierda hasta el último cabello de la cabeza, cada hueso, cada musculo, cada neurona, cada acción, cada reacción, prácticamente una novela, una tesis, un tratado completo del hombre absoluto.
Ya con los ojos de enamorada, brillantes ya de tanto imaginar que aquel sujeto algún día llegaría o que estaba por ahí esperando por ella, o buscándola en cada esquina en cada lugar y culminando en uno de esos suspiros tiernos e “inocentes”, se dispuso a preguntarle a Irene cual era su hombre ideal, pues estaba claro que en todo conversación siempre se da pero se espera recibir.
“¿Irene, cuál es tu chico ideal?”, “¿cuál es el hombre que podría mover y estremecer tu mundo?”
Irene de nuevo bostezo y moviendo la cabeza de un lado a otro como quien dice enfocando la conversación y volviendo a la realidad, solo dijo, “un hombre normal”.
La reacción de verónica no pudo ser otra más que la de un exasperante grito de un ¡QUE!, y una risa nerviosa y de confundida. ¿Cómo así que un hombre normal? ¿Cómo así normal?
Pues normal, así como cuando un hombre es normal, y ya.
La impaciente señorita no podía con aquella respuesta, para ella no era suficiente, pues Irene no se veía entusiasmada a dar muchas señales e información del susodicho. Así que con mirada insinuante y de mayor impaciencia le insinuó, que le contara algo más. Después de un silencio, Irene con el fin de culminar tanta insistencia le dijo: un hombre normal; que tenga cabello, que tengas ojos, que tenga boca, que tenga nariz, que tenga cabeza normal, que tenga brazos y piernas normales, que tenga cejas ni muy grandes ni muy chiquitas, “normales” haciendo un especial asentó agudo en la “O”, como dando a entender que era muy obvio. Que estudie o trabaje o sueñe o duerma o sea un vago, pero que sea normal, un hombre normal al que yo le guste y él me guste, y listo.
Verónica refuto e insistió en que esa no era una respuesta aceptable, que prácticamente no le dijo nada, que solo había si acaso balbuceado quizás lo primero que se le vino a la mente, que si no le quería contar, pues que no le contara, pero que no se pusiera a inventar situaciones absurdas.
Irene no soporto más, le dijo a verónica, no es absurdo, ese es mi sueño, ¡yo también tengo expectativas!, solo que son reales, no sé si el hombre perfecto exista, no sé si acaso yo sea perfecta como para pretender que alguien me vea como tal, como podre exigir algo que ni siquiera soy. como simplemente me voy a dejar engañar por una apariencia física, o un estado mental o una posición social y económica, ¿o acaso es menos absurdo pretender darle facultades de súper héroe o semi-Dios o de Dios a un humano que nació igual que yo?, para mi aquel hombre que despierte mi amor, que despierte mis deseos, que a como dé lugar se gane mis respeto ,que ambos aceptemos lo bueno y lo malo del otro, es algo escasamente posible y por ende todos los hombres son normales, todos pueden tener un mundo tan profundo o vacio como yo o cualquier otro ser humano pudiera tener, simplemente mi hombre ideal es uno que sea normal como yo, pues lo normal no es malo, simplemente es normal, incluso un grupo de personas que se reúnen a declamar poesía o a practicar esgrima o algún deporte son normales para ellos mismos aunque para los demás lo normal es el futbol , o acaso alguien sobre la faz de la tierra es diferente del otro como para darse o darle actitudes o conceptos de superioridad, simplemente que sea normal y punto, si ambos nos vemos a los ojos y nos gusta la forma en que nos miramos, nos hablamos y existimos como entes individuales y/o sociales o de pareja, si eso nos atrae, los respetamos además de gustarnos, ese tipo normal, se convertirá para mí en el más excepcional sin darle actitudes más allá de lo que acaso yo o él realmente pudiéramos entender y que simplemente me podría imaginar.  

Desde ese día verónica e Irene ya no son amigas, no porque no lo desearan o no pudieran aceptarse la una a la otra, pues estaba claro que ambas pensaban diferente, pero aun así se querían demasiado, desde niñas habían sido criadas en la misma cuadra, simplemente esa fue la última vez que se vieron, pues verónica encontró a su príncipe “azul” ese mismo día cegada por tantos suspiros imaginarios, un hombre que le prometió cielo y tierra, incluso le regalo cielo y tierra, pero no metafóricamente, ¡literalmente!, lamentablemente toda esa apariencia era un traje muy bien armado, una máscara hecha al medida, ahora ambos comparten un espacio en una celda de una cárcel aislados de sus realidades, Verónica con su tormento de forjarse una fantasía que ella misma se creó y que al conocer a ese narcotraficante se creyó, solita.
Irene ahora vive con su esposo, no tuvo afanes en encontrarlo, simplemente lo conoció un día normal, ahora tiene una familia normal, que formo con un hombre normal, pero la felicidad que ella siente, aunque quisiera darla por normal no podría, pues sin afanes ni mentiras auto-infundadas encontró la felicidad más maravillosa del mundo y ahora se dispone a vivir una vida normal, pero claro los miles de viajes por todo el mundo, los muchos detalles únicos que aquel hombre normal tuvo con ella y sigue teniendo, esa, Esa damas y caballeros esa es otra historia, quizás para nosotros no tan normal, pero para ella la normalidad significaba más que un concepto, no se dejo encajonar por u paradigma ni una definición que como dicen por ahí las definiciones realmente limitan,  esa normalidad le dio más de una felicidad, más alegría que cualquier auto infundada abstracción del mundo, sueño que nunca llego o ilusión que tarde o temprano se quebró, en su “normalidad” encontró la plena felicidad todos los días y consiguió todo lo que su amiga esperaba pero que no podía vivir, pues si no podía con la realidad cuando viera la verdadera felicidad no podría tan siquiera reconocerla.

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