11:11 - once y once

Hay noches en las que pienso y siento que las almas pueden y logran conectarse, a veces ese hilo para conectarse pareciera ser la humildad revuelta con la sinceridad de corazón para que todos podamos compartir y crecer en la experiencia misma, la del otro o en ambas. El lenguaje primero al que todos podemos acceder con solamente vivir en plena certeza de la existencia compartida del cosmos que llevamos en nuestros ojos.

El amor se hace con la mente, no con el cuerpo, el amor se hace con cada pensamiento y el teorizar que piensa el otro con cada caricia con cada beso, sexo pueden tener los animales, tampoco se trata de hablar mientras se ama, mientras se construye el acto como tal, pero solo dos personas que se conocen, que se entienden, puede comunicarse no solo con palabras y cuando quizás sea necesario decir algo, o cuando algunas letras se escapen entre gemido de algo más que placer, esas palabras serán como miel en lo dulces, serán como fuego en pasión, como algodón en lo suaves y ligeras como plumas.
también pudiera ser que ese acto representase la oportunidad de volverse tan uno con el otro, que será de extrema importancia que tanto el uno como el otro se entregaran totalmente, se arrojaran literalmente desnudo en el abismo del otro, y estando allí, siendo uno, hacer el amor resultar o se traduciría en hacer el amor a uno mismo, lograr tal punto de desapego que importe tanto el otro que  realmente un acto físico lograra alcanzar un cataclismo colosal del universo en la cama, que un acto tan aparentemente instintivo resultara en  la experiencia espiritual a la que pocos pudieran acceder, ¿o como no puede considerarse espiritual al que por sí mismo puede originar la vida?

Entonces él mirando hacia el cielo de su alma escucho diciéndose a si mismo:

… sabes que acabo de pensar?, que Dios es Dios porque puede crear vida, es decir que es una fuerza enorme de espiritualidad, y solo producto del amor y el espíritu puede originarse la vida, por tal motivo hacer el amor pudiera considerarse una experiencia espiritual porque el acto en si mismo pudiera resultar en la vida… prolongarla.

El amor va más allá de nuestro entendimiento, quizás por eso no puede tenerse el amor, no puede buscarse, quizás es porque ya lo tenemos, solo que no lo usamos por estar buscándolo.

Una bota de cuero cayó desde un armario, el silencio se perdió, y la bota apuntaba hacia él, tratando de insinuarle algo que como muchas cosas en la vida están frente a nuestros ojos, pero no la comprendemos, más que una interrupción era la opinión de quienes no pueden ser escuchados, y pocas veces son entendidos, el camino apenas había comenzado. 

una y once, dos y veinte y dos, tres y treinta y tres, cuatro y cuarenta y cuatro, cinco y cincuenta y seis y seis, siete y siete, ocho y ocho, nueve y nueve, diez y diez , once y once, doce y doce (12:12), los números , Los números me confunden, nunca los he entendido del todo, realmente no los entiendo, no son letras, y a decir verdad me las llevo mejor con las letras, aunque no tengo nada en contra de los números, simplemente, recuerdo que alguna vez mi hermano dijo que alguien le había dicho que cuando uno veía la hora y era esas previas horas en las que me tome la molestia de escribir una a una, era porque alguien lo estaba pensando a uno, quizás juegos absurdos como cuando a uno se le cae algún objeto al piso y alguien de manera inocente o puerilmente infantil dice que los están pensando a uno por la letra por la que comienza ese objeto, já, uno siempre trata que esa letra sea la que uno quiere, pero volviendo a la hora, ese aspecto últimamente me está preocupando, hasta el borde de no saber si me estaré volviendo de alguna manera obsesivo compulsivo, solo que extrañamente siempre que veo la hora sea el momento que sea, la gran mayoría de veces ocurre que son esas horas, y yo inmediatamente te pienso, como tirando una Bengala al cielo con la esperanza que tú en alguna parte también estés viendo al cielo y estés pensando en mí, veas mi Bengala, y me respondas de alguna manera que cada hora en la que he visto el reloj, esa persona que me piensa eres tú.