Sabes
una cosa, lo mejor de recordarla es la poesía que llega con ella.
(Mientras
rayaba con fuerza cada palabra en aquel viejo cuaderno pretendiendo que era él
quien tenía vida y estaba escuchándome, o leyéndome en su defecto.)
Aunque
te he de confesar algo, nunca fue tan difícil mirar al pasado, pero hizo que el
presente valiera mucho más la pena.
En
el momento que vi a su ventana, no pude evitar mirar su cuarto, mirar cómo había
remodelado su habitación, habían algunas cosas que yo conocía, otras que
notablemente eran nuevas, su cama tenía una nueva posición, había un cuadro de
un señor que tal vez sería un músico del género que hoy por hoy sería su
favorito, aun así, no quería perder detalle de la última vez que había pasado
por ahí, quería comparar cada minucia y ver si quizás en alguno de los rincones,
que desde la ventana alcanzaba a ver, ella guardaba un pedacito de mí. Pensaba
que quizás algunos de los libros de los que yo alguna vez le hable y que
incluso le regale y que estaban o en su escritorio o en su biblioteca , los
tenia allí porque le recordaban mi existencia, buscaba en cada rincón un
pedacito de mí, que no me hubiera olvidado, mientras esa enorme bola de soledad
y desesperación, aquello que alguna o muchas veces rozo con la depresión estaba
en mi estómago, estaba esa sensación maluca, de pesadez, como si estuviera de
nuevo a punto de caer en un precipicio, como si la muerte de nuevo tocara a mi
puerta. Fue hermoso volver a ver a través de su ventana, pero mientras miraba,
vi un gran espejo en su habitación que su reflejo daba a la calle y ahí estaba
quien hoy me robaba sonrisas, me sonreía a través del espejo, me pregunto qué ¿porque
estaba viendo en esa casa?, Y le dije que creía que era la de otra persona,
sonreí y continúe caminando por la calle, nos fuimos a seguir escribiendo
cuentos con la tinta de los nuevos pasos.
Aunque
no puedo negar, que sentí nostalgia por aquellas cenizas que guardaba en una
pecera, me recordaron la vez que quemamos nuestros sentimientos y pretendimos
que se convertirían en agua y peces.
Justo
antes de irme vi un unicornio azul en su puerta y entendí que hace mucho ella
se había ido a luchar por su madre.
Así
que al día siguiente cuando desperté cogí una mochila, una poca ropa y deje una
nota en una de las paredes de mi pieza que decía:
“La locura es una elección que unos pocos cuerdos nos
atrevemos a tomar “
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