Mundo 0/49

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Si junto mis dos palmas de las manos para pedir un deseo, ¿este se hará realidad?

Una piedra del pasado, guarda el conocimiento otorgado solo para unos cuantos eruditos, es así como en llamas nuestra casa se ha quedado en el pasado, y aquellos que nos abandonaron, se los llevo el fuego de un vago recuerdo, así como parte de quienes fuimos con ellos, mientras hoy damos la pelea con todo lo que hay en nuestro interior, pretendiendo que nuestro cuerpo sea más que una masa de carne y poder tocar las nubes con las yemas de los dedos.

“Para hacer una obra de arte, uno siempre tiene que hacer sacrificios”

¿Arte?, llamas arte a congelar la vida y con ello llevar a la muerte, solo para plasmar una silueta inmóvil para la efímera eternidad inherente a la propia figura de hielo, o acaso a evaporar el cuerpo de otro ser y dejarlo sin ninguna partícula de liquido, más que carne y huesos secos, de nuevo tu arte es un simple concepto perdido entre tu enferma mente de creador frenético.

“Nuestros sueños mueven a este cuerpo, y aunque no los podemos ver, ellos han de existir; son esas ideas invisibles las que nos mueven a verlas en algún momento palpables.”

Lo triste de las guerras es que cada lado lucha por sus ideales, por sus anhelos, por sus sueños, es así como cada bando toma un lado, toma un color, para los azules los rojos son los malos de la historia, para los rojos quienes son los perversos son los azules, ignorando que por cada parte hay más de un niño de blanco gateando entre gotas de vida, sus diminutos pasos son la puerta a el mejor mañana, su abrir de ojos son la oportunidad de ver el sol brillar de nuevo, y si en esta guerra muere ese niño, solo se conservara el del lado ganador, devastadora realidad, quizás quien sobrevive si sea el más apto o el más fuerte, pero ciertamente no necesariamente será el más ideal para un verdadero sendero de vida.

“Tú has dado el primer paso, hacia el infierno”… has roto el mayor tabú… el conocimiento si tiene límites, o al menos para un contenedor tan pequeño como el cuerpo humano, en tu búsqueda de la verdad absoluta, te has logrado abrir el paso entre las puertas a un breve conocimiento.

Finalmente ha sido el mismo mal contra el que luchabas el que ha convenido tu devastadora realidad en un triste matiz gris y rojo, manchado por la sangre de tu partida entre las fauces de las espadas gemelas del general.

Mientras los ojos invisibles del padre están al tanto de la realidad incesante, en algún lugar muy  lejano la gula se apodera de su incesante pesar, comiéndose el cuerpo de un santo en la capilla de una ciudad que él espera arrastrar.