…Y no
habiendo de otra, simplemente con la sensación de pesadez, de desasosiego y con
la impotente ausencia de consuelo, con el alma partida y perdida, me arroje…
Domingo
15 de noviembre del 2015
Nos encontrábamos tres practicantes de ciencias relacionadas, en
uno de los laboratorios a las afueras de la ciudad, uno de ellos, Gustavo; el
infectologo, Laura era microbiologa y yo, erudito en medicina, realizando mi
tesis con el enfoque de biología molecular.
Para este proyecto tuvimos que reunirnos de diferentes
universidades, y congeniar para esta investigación, era un proyecto que de otra
manera no se hubiera podido llevar a cabo.
A decir verdad nunca me gusto relacionarme con la sangre, ni con
los pacientes, nunca he sido bueno con las relaciones interpersonales, no se me
da bien hablar con las personas, simplemente trato de expresar una sonrisa, y
cuando logro articular algunas palabras, suelo tartamudear, prefiero la
solitaria vida de un laboratorio, mis libros, poder disfrutar de la mecánica y
la funcionalidad de los sistemas internos, el mecanismo oculto humana, o en sí,
de los seres vivientes.
Quizás por ello logramos congeniar tan bien, con mis dos
colegas, y nuestro asesor de tesis, gran mentor, maestro y guía, supo reunirnos
para tan intrépida tarea, además que dadas nuestras personalidades eso facilito
el trabajo.
MAXIMILIAE
ARNICUS VITAE , era la planta que pretendíamos trabajar, aparentemente en las
antiguas escrituras de muchas culturas siempre han existido plantas milagrosas
a la que atribuyen sanación de múltiples enfermedades, juventud eterna, sabiduría
infinita, e inmensidad o miles de atribuibles características aparatosas, a
decir verdad, en un plano poético esto representaba un absurdo para nosotros,
pero desde el punto de vista científico, quedaba claro que de una manera
adecuada y alterando la composición original de una planta, inoculada con
cierto agente parasitario o viral, podría cambiarse la génesis de la planta, y
su fruto pudiera representar un gran avance para la humanidad, es decir, en
palabras sencillas, si lográbamos encontrar la planta, alterarla genéticamente
por mecanismos e instrumentación científica, podríamos volver algo de fábula,
una realidad para nuestro tiempo.
Viernes-
13 de octubre de 2016
6:50 pm . Hoy por fin hemos logrado que la planta diera un
fruto, estamos supremamente felices, han valido la pena tantos esfuerzos.
7:10 pm. Han matado a Javier, y la planta ha desaparecido, nunca imaginamos que esto fuera a suceder de una manera tan extraña, tan injusta, apenas habían pasado pocos minutos de haber encontrado la planta que cuyo fruto traería sanidad a la humanidad, por fin toda enfermedad seria erradica, simplemente la utópica idea de un mundo sin enfermedades por fin era una posibilidad, pero parece que la información se filtró demasiado rápido, han robado el trabajo de nuestras vidas, se robaron la vida de Javier y con él el futuro de la humanidad.
7:10 pm. Han matado a Javier, y la planta ha desaparecido, nunca imaginamos que esto fuera a suceder de una manera tan extraña, tan injusta, apenas habían pasado pocos minutos de haber encontrado la planta que cuyo fruto traería sanidad a la humanidad, por fin toda enfermedad seria erradica, simplemente la utópica idea de un mundo sin enfermedades por fin era una posibilidad, pero parece que la información se filtró demasiado rápido, han robado el trabajo de nuestras vidas, se robaron la vida de Javier y con él el futuro de la humanidad.
7:30 pm . Ya ha llegado al policía, el cuerpo inerte de Javier
fue tapado con una manta mientras la sangre de la bala que impacto su pecho, se
escurría y goteaba dejando tintineantes gotas mientras se lo llevaban, Sara, Laura
y yo, tratamos de dar nuestra versión del suceso a las autoridades, tratamos de
explicarle a la policía como alguien ingreso a nuestro laboratorio, un hombre
como de 1.76 metros de alto, que cual película gringa tenía un algo así como un
pasamontañas en la cabeza o una media, que solo le descubría ojos y boca, de
piel blanca, y con un arma que tenía silenciador, nos amenazó, diciendo que
donde estaba la planta, que se la entregáramos, Javier y todos nos negamos de
conocer su paradero, pero el sujeto parecía saber dónde y cómo conseguir su
objetivo, disparo al pecho de Javier una sola vez, y simplemente siguió de una
manera casi sistemática al lugar donde se resguardaba la gran panacea, llevándosela,
mientras nosotros atemorizados esperábamos poder reaccionar y no morir allí.
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