PRIMER INFIERNO DE DANTE
Sociedad plástica, belleza gris, tristes payasos de voz sin
vida
Pecado capital es la sordera, pecado capital es la ceguera,
niños disfrazados que ya no quieren ser lastimados, rodeados de seres
hambrientos, carnívoros expectantes, un último grito se oye en la tormenta, una
débil balsa que trata de flotar.
¿Porque priman más las flores cuando no son dignos sus
colores?
¿Acaso no ven que mueren mientras viven y no al contrario?
Es cuestión de tiempo para que una nueva oleada retumbe, es
cuestión de hambre para que la serpiente se termine devorando a sí misma.
No es una advertencia, ni tampoco es una amenaza, no es un pronóstico
ni una profecía, simplemente quizás sea una herramienta epistemológica.
De nuevo Garrick simula en su cuento, no pretende mayor
miseria que una realidad sin histeria.
¿Es tu mirada? o una máscara disfrazada, si él lo dijo, ¿porque
ahora vives en el árbol dentro de tu mirar y señalas fuertemente con disfraces
de un querer amar?
Un juego; lúgubre o fantástica posibilidad, descaro o
cinismo, bélico o malévolo, donde quiera que se vea una dualidad espera.
Freud ahora es quien rema en la barca al inframundo, a la
espera de quien no es segundo, analizando las pesadillas de la realidad de cada
pasajero.
En la arena del estadio romano hay cada pelea entre cada
humano, todos uno, provenientes del mismo ente observador, en el centro no hay
más que de nuevo dos luchando por el control de aquel triste orador, dos caras
de la misma moneda. Aunque curiosamente esta moneda no siempre tiene
antagónicos en sus partes
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